Este tipo de síntomas se conocen médicamente como trastornos funcionales digestivos y son señales de alarma que nuestro cuerpo emite para informarnos de que existen alteraciones en lo que debería ser el correcto funcionamiento de nuestro aparato digestivo.
Entre los trastornos funcionales digestivos más frecuentes se encuentran el colon irritable, el reflujo gástrico (identificado como sensación de acidez), la dispepsia funcional y el estreñimiento crónico. Así como otros síntomas que también pueden ser habituales:
- Problemas en la deglución
- Sensación de "nudo" en la garganta
- Reflujo ácido
- Hinchazón abdominal
- Digestiones pesadas
- Dolor abdominal
- Cambio en la consistencia de las heces
- Diarrea
- Estreñimiento
- Incontinencia anal
- Dolor anal
Si los síntomas son persistentes y no están relacionados con una causa puntual (por ejemplo, un viaje, haber comido algo en mal estado, etc.) debemos consultar al especialista digestivo. Tanto para descartar que se trate de un problema de salud grave, como para aliviar los síntomas y mejorar nuestra calidad de vida.
Conviene saber que los trastornos funcionales digestivos nos se producen por una única causa específica, sino por el desequilibrio de varios factores, como pueden ser:
- Estrés psíquico y/o físico
- Malos hábitos alimentarios
- Infecciones intestinales
- Hipersensibilidad visceral
- Alteración en la microflora intestinal
- Sensibilidad, intolerancia o alergia a determinados alimentos
- Consumo de medicamentos
- Alteraciones endocrinas
- Alteraciones en el sistema inmunitario intestinal
Dado que el origen del trastorno puede estar condicionado por tantos factores, es necesario que cada paciente reciba un tratamiento personalizado en el que podrán combinarse muchas áreas de la salud y la medicina; educación nutricional; ejercicio; psicoterápia; suplementos nutricionales; tratamiento sintomático; rehabilitación; cirugía....
Los trastornos funcionales requieren una atención integral que vaya más allá del tratamiento farmacológico de los síntomas. Para ello es necesario comprender las causas fundamentales del desequilibrio que ha producido dicho trastorno y estudiarlo con el apoyo de otras especialidades, como son: Alergología; Cardiología; Cirugía general; Endocrinología; Psicología y Rehabilitación.
Dentro de esta perspectiva, el papel de la psicoterápia es clave, ya que el intestino posee numerosas conexiones nerviosas que, además de regular el tracto digestivo, establecen una importante interacción con el sistema nervioso central. No en vano, al intestino se le conoce como "el segundo cerebro".