Y, después de los 14 años, ¿qué? Una pregunta así se la plantean los padres con frecuencia cuando acuden a los centros de atención pediátrica. El personal de enfermería y los pediatras informamos de que, una vez realizadas las revisiones en torno a los 14 años, deben dirigirse, cuando sus hijos necesiten atención sanitaria, a los médicos de familia y, en caso de urgencia, a los servicios de Urgencias de adultos, al menos en la Comunidad Autónoma de Canarias (en otras regiones, se ha aumentado la edad pediátrica en la atención hospitalaria).
La pubertad se caracteriza por la aparición de los caracteres sexuales secundarios e inicio de la adolescencia, que finaliza alrededor de la segunda década de la vida, cuando se completa el crecimiento físico y la madurez psicosocial. Es un periodo de alto riesgo. Una buena parte de los problemas de salud futuros son consecuencia de comportamientos que se inician a esta edad. Esta afirmación se objetiva en una diversidad de datos: el 80% de los fumadores se inicia en el tabaco antes de los 18 años, y una mayoría de jóvenes consume alcohol a partir de los 13. De hecho, el 75% de los adolescentes de entre 14 y 18 años afirma haber consumido alcohol alguna vez en su vida. Además, a estas prácticas es preciso añadir las conductas de riesgo en las relaciones sexuales, cuando no se toman medidas para prevenir enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, etc.
Estas cifras nos demuestran, según miembros de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que prevenir el inicio de estos hábitos es una pieza clave en el desarrollo del adolescente. Debemos insistir en los programas educativos en los que obligadamente participen los pediatras, con el objetivo de modificar la percepción de normalidad del consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias.
“La juventud de hoy ama el lujo, es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, contradice a sus padres, fanfarronea en la sociedad…” Esta frase, atribuida a Sócrates pero cuya autoría es dudosa, viene a resumir la inmensidad de cambios, no solo físicos, sino en todos los órdenes, que operan en el ser humano a partir de cierta edad. La AEP se ha posicionado sobre esta realidad en repetidas ocasiones. La Drª María José Mellado, presidenta de la AEP, califica el papel del pediatra como el “experto en el cuidado del niño y del adolescente”. “Un niño necesita, a diferencia del adulto, vigilar el crecimiento y desarrollo físico, su desarrollo neurocognitivo, la integración familiar y la incorporación a la sociedad y, por tanto, necesita una atención experta hasta el final del periodo de desarrollo”, explica.
Desde el servicio de Pediatría de hospiten Roca mantenemos esa misma posición. La confianza y la complicidad que se establece entre el niño, la familia, enfermero/a y pediatra favorecen y establecen la base para fomentar una vida sana en todos los aspectos. En el niño y, también, en el adolescente. Y, así, hasta el final de su periodo de crecimiento.
Dr. Hilario Sosa Santana
Servicio de Pediatría Hospiten Roca.