Glaucoma: La importancia del diagnóstico precoz

 

¿Qué es el glaucoma?

Es un daño del nervio óptico, el cual se encarga de enviar las imágenes del ojo al cerebro.

Al dañarse se afecta primero el campo de visión periférico, continúa hacia el centro y puede llevar a la ceguera total.

 

¿Cómo se produce?

Se produce por una dificultad en el drenaje del humor acuoso (el líquido que rellena la parte anterior del ojo) que resulta en un aumento de la Presión Intraocular (PIO) y el posterior daño progresivo e irreversible de las neuronas del nervio óptico, causando la pérdida de visión.

 

 

¿Es muy frecuente?

Es la causa número uno de ceguera irreversible en el Mundo y la segunda de todos los tipos de ceguera después de las cataratas.

Afecta a un 3.5 % de las personas entre los 40 y 80 años.

Actualmente, lo padecen 75 millones de personas en el mundo y, se estima que en 2040  serán 111 millones, pero lo más llamativo es que solo el 50% de los afectados saben que la padecen.

 

¿Quién puede padecerlo?

Puede padecerlo cualquier persona y a cualquier edad, sin embargo es más frecuente en personas con los siguientes factores de riesgo:

●     Edad superior a 50 años.

●     Antecedentes familiares de glaucoma.

●     Raza africana o asiática.

●     Enfermedades o traumatismos oculares previos.

●     Miopía o hipermetropía altas.

●     Diabetes.

 

¿Cuáles son los síntomas?

Varían según el tipo de glaucoma:

Los Glaucomas Crónicos son los más frecuentes: En las fases iniciales no producen síntomas, a pesar de que se se empieza a reducir la visión periférica. En las fases avanzadas la visión queda reducida sólo a la zona central y puede llegar a la ceguera total.

Los Glaucomas Agudos son menos frecuentes pero más agresivos, producen de forma muy brusca un dolor intenso, ojo rojo y disminución de la visión, además de dolor de cabeza, náuseas y vómitos.

 

¿Cómo se detecta?

Suele detectarse en una consulta oftalmológica básica, en la que se mide la visión, la presión intraocular y se observan las estructuras de la parte anterior y el fondo del ojo.

En caso de sospechar un Glaucoma, su oftalmólogo le hará una serie de pruebas más específicas:

Gonioscopia: estudia el Trabeculum o zona de drenaje del ojo.

Paquimetría: mide el grosor de la córnea para ajustar la medida de la PIO. 

Campo Visual: estudia punto por punto todas las áreas de visión periférica.

Tomografía de Coherencia Optica (OCT): escáner del nervio óptico mediante  láser.

 

 

Las cuatro pruebas son rápidas e indoloras.

 

Tratamiento

El tipo de tratamiento dependerá del tipo de glaucoma: crónico-agudo, primario-secundario, ángulo abierto-ángulo cerrado, etc.

Colirios:  es la forma más frecuente de tratar el glaucoma. Lo que hacen es disminuir la presión intraocular. Si el tratamiento se inicia a tiempo y se sigue correctamente, en la mayoría de los casos serán suficientes para controlar la enfermedad.

Láser: existen diferentes técnicas láser para tratar algunos tipos de Glaucoma:  iridotomía YAG, trabeculoplastia láser, ciclodiodo, etc.

Cirugía

Casos leves: hoy día contamos con numerosos micro-implantes (MIGS), que permiten con una cirugía relativamente sencilla bajar la PIO. Se suelen combinar con cirugía de cataratas.

Casos moderados o severos: existen técnicas más complejas que consiguen las mayores bajadas de PIO y que se suelen utilizar cuando los colirios o el láser no son suficientes para controlar la enfermedad: trabeculectomía, esclerectomía profunda no perforante, dispositivos de drenaje, etc.

 

 

¿Cómo evoluciona?

Tras iniciar el tratamiento y con la vuelta de la presión ontraocular a niveles normales, se frena el daño del nervio óptico y el campo visual, manteniendo en la mayoría de pacientes una visión que permite llevar a cabo una vida normal.

No es posible saber si el Glaucoma está controlado según cómo ve el paciente, ya que el cerebro compensa las zonas de pérdida de visión y éste sólo será capaz de sentir que ha empeorado cuando la enfermedad haya avanzado mucho. Por lo tanto, hay que insistir en que la única forma de saber si el glaucoma se ha estabilizado es mediante las revisiones con el oftalmólogo.

 

¿Cada cuánto debo ir al oftalmólogo?

En general, se recomienda hacer una primera revisión oftalmológica a todos los niños a los 4 años de edad. A partir de ahí se deben hacer controles rutinarios cada 2 años en personas sin problemas visuales y cada año en personas que utilicen gafas o tengan algún problema ocular conocido.

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