La enfermedad arterial periférica (EAP) es una afección común que afecta a millones de personas en todo el mundo. También conocida como arteriopatía periférica, la EAP se caracteriza por la obstrucción de las arterias que suministran sangre a las extremidades, como las piernas y los brazos. En este artículo, exploraremos qué es la enfermedad arterial periférica, sus síntomas, los posibles tratamientos, los factores de riesgo y la importancia de la detección precoz. Además, hablaremos de las sensaciones y los síntomas que los pacientes manifiestan relacionados con la EAP al llegar a la consulta.
La enfermedad arterial periférica generalmente se desarrolla debido a la acumulación de placa a lo largo de las paredes internas de las arterias, un proceso conocido como aterosclerosis. Esto conduce a una reducción del flujo sanguíneo a las extremidades, lo que puede causar una serie de síntomas incómodos. Algunos de los síntomas más comunes de la EAP incluyen:
1. Molestias nocturnas en la pierna: Los pacientes pueden despertarse durante la noche debido a dolores o calambres en la pierna afectada. Sentarse o moverse puede proporcionar alivio temporal.
2. Dificultad para dormir en una cama: Algunas personas encuentran difícil dormir en una posición horizontal debido al malestar en la pierna. Pueden preferir dormir en una silla o con la pierna colgando fuera de la cama. También conocido como “dolor de reposo” que sería el grado III del síndrome de isquemia crónica.
3. Necesidad de caminar para aliviar el dolor: Los pacientes con EAP pueden experimentar dolor en la pierna que solo se alivia caminando. Esto se debe a que el ejercicio aumenta el flujo sanguíneo y reduce los síntomas. Esto es incorrecto, el dolor aumenta caminando Justo porque aumentan las necesidades metabólicas del músculo y al no llegar suficiente sangre se produce dolor. Entonces debería ser algo como “dolor en los gemelos al andar que obliga a sentarse, también conocido como claudicación intermitente” lo qu sería el grado I-II del Síndrome de isquemia Crónica.
4. Sensación de venas obstruidas o entumecidas: Algunos pacientes pueden pueden describir sensación de hormigueo, adormecimiento de los dedos del pie, calambre, dolor tipo descarga eléctrica en el pie, incluso cambios de color en el pie como cianosis (morado/azul) o eritrosis (rojo) estos síntomas estarías dentro del grado III.
5. Sensación de agarrotamiento de la pierna: La falta de flujo sanguíneo adecuado puede hacer que la pierna se sienta tensa, pesada o con una sensación de agarrotamiento, que obliga a sentarse. (grado I-II)
6. Lesiones tróficas, úlceras en los pies que ocurren como consecuencia de la falta de riego al no llegar suficiente oxígeno al tejido. Este es el grado más alto (IV) y puede desencadenar en una amputacion.
Cuando los pacientes con estos síntomas acuden a la consulta de un especialista en cirugía vascular, es importante realizar una evaluación exhaustiva para determinar si tienen presentan enfermedad arterial periférica. Esto puede incluir un examen físico, la Palpacion de pulsos distales, pruebas de diagnóstico como la medición del índice tobillo-brazo (ITB), que compara la presión arterial en los tobillos y los brazos, y pruebas de imágenes como el ultrasonido Doppler.
El tratamiento de la enfermedad arterial periférica tiene como objetivo mejorar el flujo sanguíneo y aliviar los síntomas. Las opciones de tratamiento pueden variar según la gravedad de la enfermedad y las necesidades individuales del paciente. Algunas opciones de tratamiento comunes incluyen:
1. Cambios en el estilo de vida: Adoptar un estilo de vida saludable es fundamental para controlar la enfermedad arterial periférica. Esto implica dejar de fumar, ya que el tabaquismo estrecha las arterias y empeora la circulación sanguínea. Además, mantener una dieta equilibrada y baja en grasas saturadas, colesterol y sal puede ayudar a controlar los factores de riesgo y reducir la acumulación de placa en las arterias. Realizar ejercicio regularmente, como caminar o nadar, también es beneficioso para mejorar la circulación y aliviar los síntomas.
2. Medicamentos: Se pueden recetar medicamentos para tratar los síntomas de la EAP y controlar los factores de riesgo asociados. Los medicamentos antiplaquetarios, como la aspirina o el clopidogrel, ayudan a prevenir la formación de coágulos de sangre y reducir el riesgo de obstrucciones en las arterias. Los medicamentos para reducir el colesterol, como las estatinas, pueden ayudar a controlar los niveles de colesterol y ralentizar la progresión de la enfermedad. Además, los medicamentos para controlar la presión arterial alta, como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o los bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA), pueden ser recetados si es necesario.
3. Procedimientos endovasculares o mínimamente invasivos: En algunos casos, los médicos pueden recomendar procedimientos endovasculares para restablecer el flujo sanguíneo en las arterias afectadas. Estos procedimientos se realizan mediante catéteres y dispositivos especiales que se insertan a través de una pequeña incisión en la piel o punción arterial generalmente a nivel de la ingle. Algunas opciones comunes incluyen la angioplastia con o sin colocación de stent, en la cual se utiliza un balón inflable para abrir las arterias estrechas y, en algunos casos, se coloca un stent para mantenerlas abiertas.
4. Bypass arterial: En casos más avanzados de enfermedad arterial periférica, cuando los vasos sanguíneos están severamente obstruidos, puede ser necesaria la cirugía de bypass. Durante este procedimiento, se utiliza una vena o un injerto sintético para crear una ruta alternativa para el flujo sanguíneo, evitando las áreas obstruidas.
Es importante destacar que el tratamiento adecuado dependerá del grado de obstrucción arterial y de las características individuales de cada paciente. Por lo tanto, es esencial que los pacientes busquen atención médica y sigan las recomendaciones de su especialista en cirugía vascular para obtener un plan de tratamiento personalizado.
Dra. Mirjana Lara Caro
Especialista en Angiología y Cirugía Vascular