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Espaldas sin mochilas, niños felices.

Posted on 14-09-2016

En el primer día de clase toca cargar la mochila y llega el momento de reivindicar que queremos niños sin cargas, con espaldas sanas, que no tengan que acarrear todos sus libros cada día para ir al colegio.

Desde hace años los expertos nos aconsejan que limitemos el peso de las mochilas que cargan los escolares y nos advierten que tanto peso produce dolor de espalda.

Aunque no hay consenso respecto al peso máximo que deben transportar los escolares a sus espaldas, la tendencia es a acercarnos a un máximo de un 10-15% del peso del niño.

Tampoco parece que arrastrar la mochila con un carrito sea mucho mejor (no sobrecarga la espalda pero tirando con la mano se fuerza la muñeca, además habrá que cargarla para subir escalones)

En una rápida encuesta entre mis pacientes estos días, solo mochila con desayuno, agua, agenda y estuche pesa más de 3 kg. Eso ya supone el 10 % del peso de un niño de 7-8 años. Sin contar las libretas y los libros que pueden suponer 2 o 3 kilos más. (Todos los libros de un curso pesan más de 10 kg. Haz la prueba.)

Porque tendrán que llevar los libros y las libretas ¿no? Sino ¿cómo van a hacer los deberes?

Podemos regular por ley el peso de la mochila, como ya lo hacen en  Italia, Francia o Alemania pero eso solo no soluciona el problema.

¿Qué pasa si un día tiene que llevar todos los libros porque toca repaso, la flauta para música y el diccionario de inglés y entre todos sobrepasan el peso permitido? ¿Qué nos dejamos en casa?

Algunas guías oficiales como la de Hong Kong, propone organizar los horarios de modo que no coincidan muchas clases que precisen libros y recomiendan a los profesores no castigar a los niños por no llevar el material.

La guía irlandesa, por ejemplo, implica también a los editores, para que tengan en cuenta el peso de los libros y propone medidas de educación sanitaria para el cuidado de la espalda.

En algunas comunidades, como Andalucía  se han dividido los libros en fascículos, uno por trimestre, para disminuir el peso de los libros de texto.

Pero ¿es realmente necesario que los niños lleven y traigan cada día la libreta y los libros?

Si los llevan y los traen es porque tiene que trabajar en casa. Porque tienen deberes.

¿Es realmente necesario que hagan deberes?

Las encuestas nos demuestran que nuestros niños están bastante agobiados por los deberes. Otra vez la OMS ha levantado la voz de alarma de que un elevado porcentaje de niños se siente sobrepasado por la presión de las tareas escolares (un 34% de niños y 25% de niñas a los 11 años, pasando a un 53% de chicos y 55% de chicas a los 13 años, muy por encima de la media de otros países).

 

Entonces surgen voces entre los padres que piden moderación con las tareas escolares, como esta petición en change.org que tuvo gran acogida. Porque es verdad que los niños pasan demasiadas horas trabajando en casa después de clase.

 Además también les pedimos que hagan ejercicio. Una hora al día, nada menos. Y que estudien inglés, y baile, y pintura...¿Y cuando les dejamos tiempo para jugar? Los niños necesitan jugar para su desarrollo, pero también para ser felices.

Todos queremos que los niños sean felices. Incluso Unicef ha publicado un informe al respecto titulado "Ayudemos al niño a crecer feliz". Contrariamente a lo que se podría pensar, se posiciona a favor de los deberes, alabando sus ventajas, sin mencionar ningún inconveniente, cuando lo cierto es que alguno tiene. De momento, los obliga a cargar demasiado la mochila, comprometiendo la salud de su espalda, y a un gran número de niños tantos deberes les supone una causa de ansiedad y conflictos familiares.

Pero el informe de Unicef  también insiste en la necesidad de que los niños jueguen, practiquen deportes o tengan tiempo para leer por puro placer para ser felices.

Nuestro papel como padres es ayudarlos a que puedan cumplir estos objetivos. Ahora nos toca actuar, y hay muchas cosas que podemos hacer, por ejemplo:

Pedir a las autoridades que regulen el tema de los deberes escolares y el peso de las mochilas.

Hablar con los maestros para establecer el mejor modo de trabajar en casa los contenidos que haya que trabajar, sin agobiar a los niños ni sobrecargarlos de trabajo.

Proponer que el trabajo en casa se haga por internet o en hoja sueltas.

Dejar los libros en el cole y cargar la mochila con lo imprescindible.

El papel de la mochila es más que simbólico en este caso. Por la influencia directa de su peso en la salud de la espalda de los niños y  por el exceso de deberes que ello implica.

Cuando consigamos  espaldas sin mochilas, tendremos niños más felices y sanos. Estoy convencida.

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