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¿Son las leches de crecimiento necesarias?

Publicado el 04-05-2017
La lactancia materna es lo ideal para la alimentación del bebé. Durante los primeros 6 meses de vida debería ser su único alimento. Luego, mientras se van incorporando otros alimentos, debería seguir siendo una parte fundamental de la dieta hasta los 2 años o hasta que la madre o el niño quieran. Es la opción natural para la alimentación del bebé. Aporta todos los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo, además de proteger contra infecciones y otras enfermedades. Y sus propiedades no tienen fecha de caducidad. ¿A ti también te han dicho que la leche materna a partir del año no alimenta? Pues es mentira. Sí que alimenta. Incluso más que antes porque es aún más rica en grasas y calorías.
 
Si la madre no puede o no quiere continuar con la lactancia hasta que el bebé tenga al menos un año, se debe ofrecer  una leche especialmente modificada. 
 
Un bebé de menos de 1 año no puede tomar leche de vaca normal. O leche de otros mamíferos, o bebidas vegetales. Podría ser peligroso para su salud, además de comprometer su desarrollo y crecimiento.
La leche artificial que se ofrezca al bebé antes del año de vida debe cumplir con unas características nutricionales y de seguridad alimentaria que están perfectamente reguladas y que ya comentamos en una entrada reciente.
 
Pero las leches de crecimiento, enriquecidas o tipo 3, especialmente diseñadas para niños a partir de un año de vida, no son realmente necesarias. 
 
Así lo dictaminó la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) y lo confirman los mayores expertos en alimentación infantil. Para este grupo de leches ya no existe una regulación específica en cuanto a su composición, y la denominación de la leche no implica nada en especial. Una leche enriquecida puede llevar añadida vitaminas o minerales y tendría el mismo aporte calórico que la leche de vaca normal. Pero también puede estar suplementada con cereales o cacao, aumentando considerable (e innecesariamente) el aporte calórico. El término leche de crecimiento tampoco significa nada. ¿0 es que un niño alimentado con leche de vaca normal va a dejar de crecer?
 
A partir del año de vida pueden tomar leche de vaca entera. 
 
No precisan una leche enriquecida. La leche de vaca ya contiene todas las vitaminas y minerales que buscamos cuando tomamos leche, fundamentalmente calcio y vitamina D. Si queremos aportar vitamina C, por ejemplo, es más lógico ofrecer fruta, que es una fuente natural de vitamina C antes que suplementar la leche. Lo mismo sucede con otros nutrientes, como el hierro, que se encuentra naturalmente en carnes o legumbres, o los omega 3 que encontramos en el pescado.
 
Si un niño necesita un aporte específico de algún nutriente en concreto, en primer lugar se debe adecuar la dieta para que reciba todo lo necesario a través de la alimentación. Y si por algún motivo especial de salud esas necesidades no se pueden alcanzar con una alimentación adecuada se debe recurrir a los suplementos que el pediatra indique. 
 
Este tipo de leches no pueden suplir a largo plazo las carencias provocadas por una alimentación inadecuada.
 
Por otro lado es prácticamente imposible que un niño sano tenga un déficit de vitaminas. Por muy mal que coma. Pero si se diera el caso, suplirlas con uno de estos preparados no haría más que perpetuar el trastorno, ya que no estaríamos solucionando el problema de base, que es asegurar una buena alimentación y educar el gusto y unos hábitos saludables.
 
Además estos productos no son realmente leche, sino preparados lácteos. Una mezcla de proteínas, grasas y glúcidos que no tienen porqué proceder de la leche. De hecho la mayoría incluyen grasas de baja calidad, como el aceite de palma o azúcares simples como sacarosa o glucosa, en lugar de lactosa, que es el azúcar natural de la leche.
 
 
Leer las etiquetas de lo que comemos debería ser obligatorio siempre, incluso cuando se trata de la alimentación infantil. 
 
El que un producto esté especialmente diseñado para los niños no lo convierte en adecuado. 
 
Somos los únicos responsables de lo que les damos de comer.  
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