Desde el momento del diagnóstico, la familia de un niño diabético es consciente de la importancia de la dieta en su tratamiento. Probablemente, la mayoría de los niños con diabetes sigan una dieta equilibrada, y más saludable que la mayoría de los otros niños de su comunidad.
El objetivo es mantener la glucosa sanguínea en valores próximos a la normalidad el mayor tiempo posible, lo que obliga a ajustar la cantidad de carbohidratos de acuerdo a las necesidades particulares del paciente, su edad, su nivel de actividad y su apetito. La insulina que se administra es proporcional a la cuantía de los carbohidratos de cada una de las comidas, así que necesitamos conocer la composición de los ingredientes. El sistema de contaje de las raciones de hidratos de carbono sigue siendo una herramienta básica en el tratamiento.
Pero, esto no significa que el niño con diabetes deba seguir una dieta monótona, poco atractiva y diferente del resto de la familia, ya que el control de los carbohidratos puede hacerse con toda clase de menús. Es importante que el equipo sanitario oriente la dieta de cada paciente teniendo en cuenta sus gustos, y los medios económicos, creencias religiosas y costumbres de su familia.
Dado que los casos de obesidad han aumentado en la población infantil, también los niños diabéticos se diagnostican frecuentemente con sobrepeso, y puede ser necesario un ajuste de las calorías de la dieta. Sin embargo, no hay que perder de vista el crecimiento de los menores, para evitar que un régimen demasiado restrictivo retrase su desarrollo.
Se barajan actualmente modalidades de dietas muy bajas en hidratos de carbono, que han dado buenos resultados en la diabetes de los adultos. Pero, en niños no se aconseja reducir los carbohidratos por debajo del 26% de las calorías totales. La dieta mediterránea tradicional es más ventajosa a largo plazo que esas otras, menos equilibradas. En cuanto al ayuno intermitente, tan en boga actualmente, no está avalado por suficientes estudios para poderlo aconsejar en niños.
El nivel de actividad física varía considerablemente de un niño a otro, y también a diferentes edades. Por lo tanto, para cubrir correctamente las necesidades en calorías y nutrientes de estos pacientes se harán los ajustes apropiados. Los días de entrenamiento o competición se añadirán suplementos de hidratos de carbono que eviten las temidas hipoglucemias.
No se debe olvidar que la diabetes aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Así que, desde la infancia debe aconsejarse limitar la proporción de grasas saturadas y de sal en las comidas, para prevenir la arterioesclerosis y la hipertensión.
Por último, recordaremos que los adolescentes con diabetes muestran con frecuencia trastornos de la conducta alimentaria que la familia y los pediatras deberán detectar a tiempo.
Dr. José Manuel Rial. Endocrinólogo Pediátrico del Hospital Universitario Hospiten Rambla.