La personalidad es una estructura estable e inmutable de funcionamiento, que no de comportamiento. ¿Qué quiere decir esto? Que nuestra personalidad es nuestro “esqueleto psicológico”, y gracias a él podemos funcionar cada día, nos permite relacionarnos con nuestro entorno y nos hace ser únicos, diferentes a los demás.
Nuestra personalidad es algo que no podemos cambiar porque está predispuesta genéticamente. Además, es importante saber que no existen personalidades buenas ni malas. Sencillamente, podemos decir que existen rasgos más adaptativos en ciertos contextos/situaciones que otros.
La timidez no es un rasgo de personalidad, la introversión sí.
Solemos utilizar como sinónimos los conceptos de timidez e introversión para hablar sobre cómo creemos que somos. Sin embargo, ¿son lo mismo? ¿qué es la introversión y en qué se diferencia de la timidez? ¿son ambos rasgos de la personalidad? Vamos a verlo en este post
La introversión es uno de los diferentes rasgos de personalidad que una persona puede poseer. Si hablamos en términos absolutos, su opuesto sería la extroversión. Popularmente se cree que la persona introvertida es aquella que no posee suficientes habilidades sociales y, por ende, no posee una amplia red de amistades.
Sin embargo, esta creencia no es cierta. La persona introvertida es aquella persona que no posee interés en compartir con los demás sus vivencias, su intimidad emocional. En ocasiones, la introversión puede utilizarse como sinónimo de timidez y este uso es incorrecto.
La timidez no es un rasgo de personalidad, sino que tiene que ver con la inseguridad que puede sentir una persona al exponerse a una situación social determinada. Repetimos, no es que la persona introvertida tenga miedo de compartir su intimidad emocional, sino que no tiene interés en hacerlo.
Timidez podríamos decir que es sinónimo de miedo, miedo a lo que otros pueden pensar de mí si cometo un error. Es muy probable que hayas podido escuchar en alguna ocasión “es que soy muy tímido/a”. Esta es una expresión muy frecuente, utilizada para justificar que en ese momento la persona no se siente segura de poder abrirse emocionalmente (cuando a lo mejor sí quiere hacerlo).
Por lo tanto, si una persona piensa que es tímida (es una idea) y realmente quiere poder compartir con los demás lo que piensa, siente o hace pero no lo lleva a cabo por esa idea sobre sí misma, ¿esta persona es introvertida o extrovertida? La respuesta sería extrovertida. Sin embargo, tiene miedo a hacerlo. La buena noticia es que eso es algo que en terapia se puede trabajar.
Porque las ideas sí se pueden cambiar, lo que no se puede cambiar es nuestra personalidad.
Si realmente somos extrovertidos (nos gusta compartir de forma natural nuestra intimidad emocional con los demás), pero nos comportamos de manera tímida (reforzando la idea de que somos tímidos, cuando realmente no lo somos), esto va a generar una reacción ansiógena, malestar y nuestros niveles de autoestima se verán afectados.
Para finalizar, la introversión y la extroversión no son rasgos excluyentes, pueden estar presentes en cada persona en mayor o menor medida y, como hemos comentado anteriormente, no son características ni buenas ni malas. Simplemente, nos hacen diferentes y pueden ser más adaptativas en algunos contextos que en otros.
Además, es muy importante tener en cuenta que cada persona posee diferentes rasgos de personalidad, y todos ellos influyen en la manera en la que nos relacionamos con el mundo en el que vivimos.
Carolina Aguilar Maza, Psicóloga Clínica (Hospiten Estepona y Algeciras)
Experta en Inteligencia Emocional