El neurólogo Jorge Delgado asegura que la inyección de toxina botulínica permite reducir el número de crisis y la cantidad de analgésicos que se necesitaban antes del tratamiento en un alto porcentaje de pacientes
El Grupo Hospiten recomienda la aplicación de toxina botulínica, más conocida como botox, como tratamiento preventivo contra la migraña crónica, un tipo de migraña más agresiva, que ocasiona en el paciente fuertes dolores de cabeza durante al menos 15 días al mes, y que suelen llevar aparejados otros síntomas como náuseas, vómitos o fatiga.
Hasta ahora la toxina botulínica se utilizaba para el tratamiento de trastornos del movimiento, hiperhidrosis, trastornos urológicos y con fines estéticos. Sin embargo, hace más de un año, el Ministerio de Sanidad aprobó la prescripción de Botox (®) como tratamiento preventivo de la migraña crónica, basándose en los resultados en diversos ensayos clínicos en los que se comprobó su eficacia, como es el caso de los estudios PREEMPT (Phase III Research Evaluating Migraine Prophylaxis Therapy).
De acuerdo con los resultados de este estudio, la inyección de toxina botulínica hizo que en más de un 50% de los pacientes se redujera el número de días al mes con dolor de cabeza. Esto se asoció de manera significativa a una mejoría en la calidad.
Según explica Jorge Delgado, neurólogo de Hospiten Roca, la migraña crónica es una enfermedad muy compleja que impacta profundamente en la calidad de vida de los pacientes, ocasionando ausencias laborales y aislamiento social y que, a veces, deriva en un abuso de la toma de analgésicos para reducir el dolor.
Además, una vez que la migraña se cronifica la mejora que se obtiene con los fármacos que se receta al paciente, cuyo tratamiento se basa fundamentalmente en la profilaxis, es mucho más modesta. Por eso, es importante la aplicación de nuevos tratamientos como la toxina botulínica.
Por regla general, en cada sesión se administran 155 Ui de toxina, repartidas en unos 31 puntos pericraneales (frente, sienes, regiones occipitales y cervicales). Además, es necesario repetir el tratamiento cada tres meses aproximadamente, que es el tiempo de duración media del efecto de la toxina. Cuando la respuesta es satisfactoria, en algunos pacientes el efecto tiende a prolongarse, permitiendo espaciar temporalmente las infiltraciones.
“Se trata de un tratamiento que no produce efectos adversos reseñables y puede administrarse simultáneamente con los fármacos que usamos para el tratamiento preventivo y abortivo de la migraña crónica, suponiendo un nuevo avance en el tratamiento de esta enfermedad”, asegura el neurólogo de Hospiten.